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Atado al vacío

Desde pequeña sabía lo que quería hacer el resto de mi vida

eso dijo

aquella chica risueña y deportista olímpica de la tele

Mamá se admiraba

Yo también, si mamá la admiraba era por algo.

Crecí con una certeza, una promesa moderna

de movilidad

de esfuerzo

de mérito

Canal 5 me cuidaba y enseñaba

La escuela era un trámite, engorroso. Un deber

un sacrificio necesario

todo menos placer.

Lloré cientos de veces

Mojé la banca por no poder decir lo

básico.

¿Puedo ir al baño?

Charco de orina.

Miedo al sí lógico. Miedo a ser el centro.

Artista de la simulación, de resistir y del

autoengaño.

Por dentro ilusión de control

por fuera olor a orines y piedad.

Compasión.

Charcos sobre la banca, mis nalgas pegadas

al asiento

al deber

al dictado perfecto

a la memoria

al plan maestro.

La rebeldía llegó de todas formas, no fue la

ciudad, sí el campo. La libertad, la certeza de

que mis piernas me llevaran a cualquier lado,

rodeado de caminos de tierra, curiosidad. Falsa seguridad,

tangible libertad y desfachatez.

Un día al mes libre de tarea

Un día a la semana libre de tarea.

¿Tarea, para qué?

8.0 de promedio. Suficiente.

Vacío. Anteojera.

Ciega virtud de confiar.

Pero sobre todo miedo de fallar, el plan estaba diseñado.

De todas formas fallé y lo volveré a hacer.

Me arrastro, me masturbo, disimulo, exploto. Me casé.

Fui Alexander Supertrump versión texcocana.

La soberbia naif fue la anteojera principal.

Tranquila consciencia que se fue agotando conforme

vivía y deseaba.

Drogarme era un deber, a la curiosidad la mató el deber,

el chico cool y clasemediero de Cuernavaca.

El sueño romántico, la cabeza viviendo en paralelo.

El cuerpo en orfandad. Chipeado por el dictado perfecto,

grabado en la cabeza, memorizado y nunca cuestionado.

El deber del placer snob

El conocimiento como mascara, el no conocimiento como

estética y palabras habitadas incomodamente.

Hábito concreto el de preservar la música,

disfrutarla, soñarla y absorberla en el tunel,

en la limo popular.

Frustración y escape. Escape necesario. Cuerpo harto.

Daño colateral, fractura primera, titanio rajado por

exceso y el mimo inmerecido.

Aventuras dispersas, resentimiento salpicado,

en otrxs

en otros

en otras.

Explosión interna, detonamos los

cimientos del plan.

Y seguimos...

Con los pies atados,

enfermos

empieza a brillar una nueva convicción

deforme, sin color, pero que puede tocarse

sentirse

adaptarse.

Puede ser ancla y cuerda, toca asirse a ella

subir el abismo,

de a poco, con lo mío y las mías.

Quizás es volver a empezar.

Y habitar un nuevo vacío.

Y ya está.




 
 
 

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